sábado, 9 de agosto de 2014

A AMIZADE ENTRE SABATO E SARAMAGO: UM TESTEMUNHO


 Levei o dia a querer encetar a leitura de um livro de ensaios de Kundera, Le Rideau, de 2005, e acabo enredado no último livro de Ernesto Sábato, Espanha nos diários de minha velhice, de 2004, pequeno livro diarístico onde, leio, se «recoge la experiencia de Ernesto Sabato durante los numerosos viajes que ha realizado a nuestro país. Es un libro repleto de recuerdos, reflexiones y anécdotas, un homenaje a España». Desiderato que cumpre, com a qualidade e a lucidez habituais ao autor de Heróis e Tumbas, mas o que me emocionou deveras foi o relato da visita de Sabato a Lanzarote, para visitar Saramago. É um relato comovente, de vulnerabilidade e grandeza vivida por dois homens que foram amigos e merecedores do mútuo respeito comum. Aqui deixo esse excerto, em castelhano, porque não tive tempo de traduzir mas também porque quem quiser mesmo o lerá com toda a facilidade:

«Lanzarote, en casa de los Saramago

En una isla desierta no habitada por la naturaleza, fosilizada por la lava seca negra rojiza, que siempre nos recuerda que estamos ahí hasta tanto ella lo quiera, viven mis amigos.Llegamos el viernes al atardecer.
Su  casa  es  blanca  y  hermosa,  está  arreglada  cuidadosamente  con  muebles  cálidos  y  objectos raros que han traído de viajes, o que les han regalado. Tienen muy buenos cuadros. Por fuera una galería da al mar; pero ellos van poco, tienen demasiado trabajo, están permanentemente luchando por sus convicciones.
En este sentido puede decirse que son verdaderos creyentes, de esos que van dejando la vida por lo que creen.
No es necesario preguntar si el blanco de las casas les recuerda a la ciudad blanca, hermosa, Lisboa. Tiene también de la Sevilla natal de Pilar hasta sus macetas con malvones.
José  trabaja  muchas  horas  por  día  en  su  escritorio. Acaba  de  terminar  un  libro. Y  los  dos intervienen constantemente en todos los combates posibles por una vida más justa y más humana.
Hace un rato no más, Pilar me trajo una declaración escrita por José para que yo la firme junto a él, en defensa de los indios mexicanos.
Por supuesto que lo hice. Siempre he luchado por esas antiguas culturas que tanto tendrían para enseñar a este mundo mecánico y deshumanizado.
Comimos juntos en la cocina, en una intimidad honda y sin palabras.

Al día siguiente

Desde que llegué casi no he podido hablar. Me había prometido no morir sin antes visitar sucasa. Tantas veces él se llegó a la mía, a mi vieja casa de los Santos Lugares, que no quería fallar.
Vine entusiasmado.
Quería rendirle ese homenaje que tantas veces él me hizo a mí.
Sin embargo la cercanía me llegó tan profundamente que no pude hablar. Creo que veo en él reflejada toda la energía, y la capacidad que yo he perdido. Como si de golpe me sintiera mucho más viejo.
Con Pilar es más fácil, siempre es así con las mujeres.
Pilar es una mujer excepcional que vive sin descanso, entregada a los demás. Sin ni siquiera
aparecer, algo muy de mujer, de extraordinaria mujer.
Sobre ella, José nos mostró algo que había escrito:
“Eu escrevo, Pilar escreve, traduz, fala na radio, cuida do marido, cuida da casa, cuida dos caes, faz as compras, faz a comida, trata da roupa, despacha a correspondencia, dialoga com omundo, organiza o emprego do tempo, acolhe os amigos que vëm a vernos, e escreve, e traduz, e fala na radio, e cuida do marido, e da casa, e dos caes, e sai para fazer as compras, e volta para fazer  a  comida,  e  escreve,  e  traduz,  e  fala  na  radio,  e  trata  da  roupa,  e  acolhe  os  amigos,  e continua,  incansável,  a  dialogar  com  o  mundo,  e  diz  Estou  cansada,  e  logo  diz  Näo  tem importancia. Eu escrevo.”
También vimos que en su casa los relojes están detenidos a las cuatro de la tarde, la hora en que se conocieron. Se lo contó José a Elvirita, según ese modo que tiene de ser silencioso pero muy arriesgado.

Atardece

La  primera  tarde  José  nos  llevó  hasta  los  volcanes  y  luego  al  mar,  al  borde  mismo  de  un tremendo acantilado.
José nos cuenta que la lava volcánica cubrió las dos terceras partes de la isla, y rellenó no séqué gran cantidad del mar. Todavía hay volcanes en ebullición.
No  me  hizo  gracia,  le  dije  a  José  que  volviéramos,  que  no  me  es  un  placer  este  tipo  de programas, y más bien me aterran.
José y Elvirita se rieron. Pero ella fue luego a verlos con Nicolás. Una locura.
Me estremece la naturaleza negra y cenicienta de ese lado de la isla. Es un paisaje apocalíptico.
Como podría quedar la tierra toda si sigue prosperando la estupidez y el egoísmo criminal de los que tienen el poder de decidir el destino de los demás.
Las  tragedias  humanas  y  ecológicas  se  suceden  sin  que  nada  convierta  la  conciencia  de  la mayoría de los gobernantes y grupos o mafias con poder. No les importa que sus descendientes vayan a  sobrevivir,  si  pueden,  en  un  planeta  frío,  inhóspito,  sin  árboles.  Ellos  siempre  creen  estar  en problemas mayores que invariablemente tienen que ver con el dinero que todavía pueden ganar o apropiarse.

Domingo, otro día de sol.

Me es imposible hablar con José. Se me cierra la garganta. Un pudor que me calla.
Me había prometido no morirme sin ir a visitar a José a su casa y ahora me siento frente a él sin poder decir palabra. Pilar cocina con placer y muy rico. Se nota cómo se quieren, algo se palpa entre los dos, como si compartieran un secreto que tal vez ni ellos mismos sepan.
Me da vergüenza, permanentemente estoy diciendo que no comeré esto o aquello, o no recuerdo bien lo que quiero decir y me callo. ¡Ya tengo tantos años!
Antes cualquier falta de memoria me amargaba y me rebelaba, me parecía que sin memoria uno dejaba de ser quien era.
Pero en este tiempo final comprendo que todo lo que atesoramos como conocimientos, como recuerdos, nos abandona; que nada podemos hacer por retenerlos. Se desprenden y va quedando el paso del tiempo pero no los hechos pasados.
La vejez no es el tiempo de la memoria, sino de la constatación del olvido, de la fínitud, lo queya no vuelve, lo que ya fue. De lo que fue y ya no vuelve.
También la memoria va viviendo esa muerte.
El olvido es esa conciencia de haber perdido buena parte de lo que creímos lo más propio.
Esta mañana, hablando con Nicolás, le pregunté si hace quince años me olvidaba de las cosas como ahora. No sé, me dice y agrega, se me ha olvidado. Nos reímos juntos.
Cree que me olvido más bien de las cosas y los detalles, no de los sentimientos, nunca de las cicatrices de la vida.
Sí, es así, le digo.
Lo miro, el silencio y la sonrisa de este muchacho me llamaron siempre la atención.
Seguimos conversando, me alivia hablar de esto que tanto me ha dolido.
Y al rato llegamos a pensar que el olvido da otra oportunidad.
Mientras se es joven uno cree que controla la vida, que ella responde a nuestra voluntad, pero cuando uno llega a la vejez, sabe que no es así. Los  viejos  aprendemos  a  desprendernos,  a  no  seguir  acumulando  en  la  memoria,  atesorando como  una  posesión  incomparable  e  irreductible.  Recordar  es  como tener,  y  cuando  uno  se  va haciendo tan viejo, va perdiendo, caen los recuerdos como las hojas de un árbol.
Mientras recordamos tenemos ese timón, pero el olvido nos deja a merced de las aguas, de losvientos, de la vida. Todos en la vejez terminamos siendo pobres.
De otra manera, ahora en la vejez se siente más, se agradece más, mucho más. Como la gratitud a José.

Más tarde

La otra mañana me paré frente a una de las muchas bibliotecas que hay en la casa. Tomé com emoción el Ricardo Reis, ese magnífico libro. También estaba allí Ensayo sobre la ceguera, libro de violenta lucidez.
Se levantaron trabajosamente, vacilando, con vértigo, agarrándose unos a otros, luego se pusieron en fila, primero los ojos que ven, luego los que teniendo ojos no ven.
Su literatura es estremecedora. Sus personajes se nos aferran al alma, como el alfarero de La caverna. Un hombre moldea sus piezas de alfarero a la vez que encuentra en ellas la marca de la tierra, el valor, su dignidad.

Lunes

Conocimos un matrimonio del que seremos amigos, si la vida lo permite. Fabio y Adine son gente formidable. Él es colombiano y ella italiana, viven en Milano.
Con ellos, Pilar y José nos llevaron a ver la casa de César Manrique.
La casa es de una belleza tremenda. Está construida dentro de la tierra volcánica; se diría que está  sumergida  en  ella,  encajada  dentro  de  las  piedras.  Yo  no  podría  vivir  allí,  es  demasiado inquietante, estremecedora, pero bellísima.
Las plantas, mayormente cactus y palmeras, te rodean, tanto dentro como fuera de la casa. En el baño, al borde mismo de la bañadera crecen filodendros y otras plantas desconocidas para mí, que impresionan, como la burbuja volcánica dentro de la casa o la arena que cae hacia el interior desde una ventana.
Después  fuimos  a  comer  al  borde  del  mar.  Estábamos  Pilar  y  José,  Adine  y  Fabio  con  su pequeña, Nicolás, Elvirita y yo.
Quizá por lo que había estado pensando o descubriendo, se me fue toda tristeza y la comida resultó serena, entre viejos amigos que no necesitan hablar. Momento de entrañable paz.

Martes

En un lugar sobrecogedor aunque hermoso, Timanfaya, José nos contó historias de la isla, nos habló de la cercanía con África, de las pateras, de la falta de agua y de cómo habían venido a vivir ellos a Lanzarote.
Por las tardes, Pilar venía a conversarme. Yo sentía su bondad como el abrazo que diéramos a un herido. Veía nítidamente en José a quien yo había sido y no era. Pero ahora ya no me dolía la vejez. Era tanto lo que sentía que no podía prestar atención a lo que se hablaba.
El  último  día  José  vino  hasta  el  auto,  me  abrazó  y  nos  despedimos.  Quedó con  su  mano levantada hasta que el coche desapareció. A mí se me caían las lágrimas.
Algo de la vela, escrito por José:
(...) una vez más ante el archiconocido fenómeno de la vela que al extinguirse levanta unaluz  más  alta  e  insoportablemente  brillante,  insoportable  por  ser  la  última  no  porque  la rechacen nuestros ojos, que bien querrían seguir absortos en ella.
Hace ya tiempo que nos tratamos de hermanos.
Emocionante  despedida  de  Fabio  y  Pilar  en  el  aeropuerto.  Daban  ganas  de  volver  al  día siguiente, sólo para decirles que no había sido la última vez.»

1 comentário:

  1. E fizeste muito bem em o deixar em castelhano. Tem mais força. Bonito e comovente.

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